ENCUENTROS DESNUDOS
Cuando tenía 25 años, salí con unos amigos a una fiesta porque uno de ellos cumplía años. Entre tanta gente vi a una hermosa mujer, de cabello rubio, largo. Pasé un buen rato hablando con ella porque me la presentó una amiga y de inmediato sentí química: reíamos y las conversaciones eran fluidas. Al confirmar lo que me decía Reinaldo, inmediatamente entré en un cuestionamiento muy fuerte sobre mi orientación sexual. Fue muy duro porque a pesar de saber que era una chica trans, no podía dejar de pensar en ella. Un mes después de haberla conocido en aquella fiesta decidí llamarla e invitarla a salir y ese día decidimos vernos en un café para conversar y conocernos mejor. Siendo honesto por eso tardé en llamarte, tenía muchas dudas y cuestionamientos sobre el hecho de sentirme atraído hacia una mujer trans, pero entendí que hay una gran diferencia entre orientación sexual e identidad de género.
La cruz profana: Que mi pareja esté amarrada a algo como una Alzada de San Andrés de rodillas y que 50 tipos le hagan bukake mientras que nuestra compañera de juegos la limpia con su lengua. Empero en mi fantasía, soy la niñita de un hombre fuerte mayor que yo. Él me viste con gala de niña y me dice lo que debo hacer, me felicita cuando soy una niña buena y me castiga cuando me porto mal. Él me quiere y yo lo adoro. También me encantaría hacer todo tipo de juegos de edad, incluso actuar el papel de su nenita, completamente indefensa y dedicada a él, con pañales, chupete y todo.