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Así por esta libertad que dan las redes sociales, algunas personas son capaces de cruzar la línea del admiración y la intimidad. Esta supuesta ligue o conocimiento del otro a través de las redes sociales puede comenzar por selfies en lugares o situaciones que desean compartir contigo. Pero lo cierto es que a veces tampoco siquiera existe ese comienzo progresivo entonces, sin saber cómo ni por qué, algunas personas te envían una foto de su pene. Este acto, acullá de conquistar a las receptoras de dichas fotografías, causa un sinfín de emociones. Algunas lo pueden vivir como algo gracioso, otras como un abuso de confianza y otras como una aberración, pero lo cierto es que en muy pocas ocasiones la madama que recibe esas fotografías elogia o admira los atributos del remitente. No, las mujeres no sólo queremos un pene en las relaciones. Esto no quiere decir que, una vez que nos encontramos en una relación en la que existe confianza, no nos pueda gustar jugar a enviar fotos, o mensajes subidos de tono, empero no es lo mas habitual, sobre todo al principio.
El fenómeno del cyberflashing no ha sido muy investigado, pero algunos expertos entregaron sus primeras conclusiones. Se dice que pretendía enviarlo a una amante y hasta ahora, Griveaux no ha confirmado ni negado que el video sea suyo. A pesar de que levante clip parece haber sido enviado en un contexto consensuado, la predilección masculina por enviar fotografías de sus vegüenzas a las mujeres, sin que se lo pidan, es un fenómeno bastante extendido en la era digital. Te puede interesar: Juguetes sexuales, apps y redes sociales, los verdaderos amantes en tiempos de la tecnología Enviar ese tipo de fotos a la galán no es condenable. Para algunas personas, enviar fotos de sí mismo lirondo puede ser una experiencia extremadamente erótica. Un estudio canadiense del año pasado debería arrojar luces sobre este guión por primera vez. En una investigación online anónima, en la que participaron 1. Es decir, los hombres enviaron las fotos con la esperanza de recibir otras similares a cambio. De esta manera, transferían sus propias preferencias sexuales a la otra persona.
