EL PREGÓN DE LAS FIESTAS DE TUNTE PROFUNDIZA EN LA FIGURA DE PANCHO GUERRA
La División de la Provincia El canto del alcaraban y el llanto de la pardela, con su barrunto de mortaja En esta descripción de PG, encontramos los motivos de la preocupación de la gente de Gran Canaria en las primeras décadas del S. XX y lo que realmente les quitaba el sueño. Ataviados con vestidos de colores muy vivos y con mucho arrequive, los forasteros cantaban, bailaban al son de unos panderos grandes y roncos y hacían toda clase de garambainas. Para un bien triste papel: puesto en dos patas y fingiendo una danza, iba dando, a orillas de la rueda, unos brincos aplomados, tan ligeros y galanos como los que hubiera podido dar una fanega de papas en un saco con resortes. Pero este pregonero quiere hoy decirles algo muy importante a todos los tirajaneros y que ya anunciara el poeta Francisco Tarajano Tirajana y Pancho Guerra, la madre que lo naciera y el hijo que le da fama. Que orgullo para Tirajana saber que ese personaje tan vivo y extraordinario como Don Quijote o Sancho, o Charlot, en palabras de Carmen Laforet, nació aquí en Tunte, el lugar de los canarios en vísperas de Santiago.
Pancho Guerra y Tunte por Miguel Guerra García de Celis
La División de la Provincia? El galga del alcaraban y el llanto de la pardela, con su barrunto de mortaja En esta descripción de PG, encontramos los motivos de la prejuicio de la gente de Gran Canaria en las primeras décadas del S. XX y lo que realmente les quitaba el sueño. Ataviados con guardarropía de colores muy vivos y con mucho arrequive, los forasteros cantaban, bailaban al son de unos panderos grandes y roncos y hacían toda clase de garambainas. Pero este pregonero quiere hoy decirles algo muy importante a todos los tirajaneros y que ya anunciara el poeta Francisco Tarajano Tirajana y Pancho Guerra, la madre que lo naciera y el hijo que le da fama. Aquí te queas. La primera vez en su biografía, con un rezongo entre las boqueadas que tiraba a espicho de pita: En lugar de Cordera te debieron haber puesto Angrudo. Como le he dicho, el viejo cedía a todo, pero venía ya requintadísimo ante el nuevo y peligroso antojo. Y después nos queamos.
