POR QUÉ LOS HOMBRES PAGAN POR SEXO
Y a los hombres con una mayor posibilidad de hacerse dueños y protagonistas de sus propias vidas. Claro que puede haber mujeres patanas en donde ellas tengan el sartén por el mango, es decir el poder. Puede ser una mujer que tenga controlado al varón -hablando de una relación heterosexual- con lo económico o lo amenace con no dejar ver a los hijos, o una serie de cosas que permitan maltratar, abusar, usar, menospreciar, y utilizar como objeto a la otra persona. Generalmente se dan una serie de factores que se entretejen. Pero no podemos invisibilizar que vivimos en un contexto patriarcal en donde se exaltan y se premian ciertas conductas de independencia y bravura. Muchas veces desde la educación del hogar se aprende a ser hombre. Hay unos que nacen, otros que se hacen y otros que son combinaciones espantosas. Y puede ser tanto hombre como mujer. Vivimos en un mundo patriarcal en el que se normalizan y se minimizan muchas situaciones de control, posesión y abuso.
Características del patán
Pareciera ser que los hombres son mejores a la hora de hablar sucio tal vez se deba a los años de experiencia en monólogos internos , pero es momento de que el sexo también resulte divertido para nosotras, y aprender cómo aplicar levante lenguaje podría ser estimulante a fin de lograrlo. PASO 1 Empieza con algo no muy subido de gama. Eso sí, no te lances a la acción; en este momento, mantente enfocada sólo en tu lenguaje oral. Entonces es la señal de que, con tu mejor voz tipo Scarlett Johansson, le preguntes qué es cabalmente lo que ha estado pensando. Pon tus manos en sus ojos para que él pueda imaginar aquello con lo cual ha estado fantaseando y así no necesitas verlo a los ojos mientras aprovechas para decirle cosas que harían sonrojar a tu lecho. Es el momento para atreverte. PASO 3 Ahora llega la hora de hablar. Es como un show-and-tell para adultos.
Sin embargo, si se desea mantener una relación estable y gratificante, la sexualidad no solo hay que experimentarla, estrella que hay que hablar también acerca de ella para lograr un mejor conocimiento de la pareja y alcanzar un buen desempeño en la familiaridad, que satisfaga a ambos. Lleguen a acuerdos, pero no se conviertan en espectadores pasivos del deterioro de una sexualidad extraordinaria al inicio de la realación, a una sexualidad rutinizada. No hagan el acto sexual por guardar un requisito, sino, porque lo desean de verdad. Dialogue sobre las formas de estimulación, el cómo, el dónde, el con qué les gusta. Los sitios, las vestimentas, si con luz prendida o apagada. Si prefieren que les digan durante el acto venéreo palabras bonitas o groserías. Del amor mismo incluso no se habla porque se considera sucio, pecaminoso, penoso conversar del asunto. Hay que vencer esos prejuicios.