Bella Beata

¿QUÉ PASA SI LOS PADRES EXIGEN DEMASIADO?

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La violencia sexual en niñas y adolescentes como forma de violencia es uno de los mayores problemas que aquejan nuestra sociedad. Tampoco se sienten tranquilas navegando en Internet, porque en cualquier momento un acosador puede aparecer. Y es que las cifras así lo demuestran. Por eso, en Plan International ejecutamos diversos proyectos que contribuyen a que las niñas y adolescentes puedan crecer libres de acoso o de cualquier otro tipo de violencia basada en género. Este programa que se ejecuta en 16 ciudades del mundotiene como objetivo contribuir con ciudades seguras, que rindan cuentas y sean inclusivas con y para las niñas en toda su diversidad. A través de actividades como talleres, capacitaciones, campañas y encuentros con actores clave, se busca cambiar actitudes y comportamientos que exponen a las niñas y mujeres jóvenes a situaciones de violencia y acoso sexual. Una de las principales acciones de este proyecto es Campeonas y Campeones del Cambio CCCun programa para que las adolescentes mujeres fortalezcan su participación en la toma de decisiones respecto a la violencia de género.

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Si el niño saca un ocho en el examen le instan a azacanarse para que la próxima vez sea un nueve. Y si logra el nueve, le reclaman un diez. Recuerdan constantemente que hay que recoger el baño después de cada ducha, que hay que doblar la ropa limpia y poner la sucia en el saco de lavar, que hay que obedecer y acudir a la primera cuando le llaman… Hay que, hay que…. Son pocos los padres que no desean grandes cosas para sus hijos. Pero entre desearlas y fijarlas como objetivo hay un trecho. Puede parecer que en una sociedad en constante lamento sobre la falta de cultura del esfuerzosobre la falta de límites y de tolerancia a la frustración con que crecen las nuevas generaciones, este tipo de padres exigentes son una especie en extinción. Si puede y quiere alcanzar las elevadas metas que le marcan, es posible que tenga un rendimiento óptimo y acabe desarrollando una personalidad exigente y perfeccionista, como la de sus progenitores. En todo caso, lo normal es que acabe siendo una persona insegura, dependiente, con baja autoestima, predispuesta a la ansiedad y con poca afectividad y espontaneidad.

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