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Todo empezó en mi vecindario, donde llegó una nueva empleada a una panadería, ella era la señora Natalia, una mujer que sinceramente es poco agraciada, tez morena, bajita de estatura, con pequeños senos, pero muy buena pompi. A su hijo se le complicaba la escuela y por esa razón la señora Natalia me contrataba como su asesor extra escolar, trabajo que me agradaba pues se me facilitaba la enseñanza y ganaba un dinero extra. Así pasaron los meses, hasta que un día viernes fue el cumpleaños de la señora, y en vez de dar clase, solo fui a convivir con ella y su hijo, comimos un poco de pastel y tomamos un par de cervezas, solo dos o tres, pues al atardecer debía llevar a su hijo a la escuela, ya que se iba de campamento. Camino a su casa pasó lo siguiente: Nat: Bueno, pues ya se fue mi cachorro, estaré sola de hoy al domingo Nat: ja ja ja a mi edad?
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Relatos Marqueze Les platicaré de mi experiencia, mi marido y yo íbamos rumbo a nuestros respectivos trabajos, ese día me había puesto una faldita negra, muy ligera, con cierto revoloteo, que cuando camino, la tela se levantaba por el movimiento de vaivén de mis nalgas. Por esas razones, ya no cabía ni un aguja y en esta cuidad, se acostumbra una sección exclusiva para las mujeres y otra para los hombres, adonde pueden ir tanto mujeres y como hombres y por no separarme de mi esposo, le dije que me iría con él, a pesar de que no quería que me afuera en el vagón, por aquello de las metidas de mano. Sin bloqueo, yo le dije que no creía que se atreverían a algo si iba en compañía de él, así que de mala gana aceptó, por lo que nos situamos en el andén, a esperar el Metro. De inmediato, me percaté que era yo y una chica como de unos 18 años, con una falda bastante pequeña, que solo bastaba que se inclinara un poco, para poder apreciar sus juveniles nalgas. Al abrirse, como impulsadas por una catapulta, fuimos levantadas en vilo por la masa de hombres que querían abordar; sobra decirles que casi luego, luego, sentí varias manos que se apoderaban de mi culo y de mis muslos, aun un dedo travieso alcanzó a apalabrar de abrirse paso por la raja de mis nalgas pero instintivamente las apreté fuertemente, impidiendo que me arponeara mi estrecho ano. En la confusión, quedé algo retirada de mi cónyuge pero él logró situarse cerca de mí después de bastante esfuerzo, ya eso no fue suficiente para que las manos dejaran de tocar mi anatomía y para evitarle problemas a mi marido, opté por callar el manoseo del que era presa en ese atestado vagón. Por la advertencia de mi marido, preferí guardar silencio, ya que él me lo había prevenido y yo de necia, me aferré a subirme con él. Su miembro era de un tamaño desmedido y al mirarlo, me hizo estremecerme, logrando envidiar a la chamaca por encontrarse tan cerca de tan adonis miembro masculino.
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Anta una localización. Así tienes dos opciones: dar explicaciones o no darlas. Te vas. A lavar y te olvidas el amovible en la mesilla de confusión. Los achares no. Son una boga que introduce WhatsApp. Empero un achaque. Aprovechamiento de la laboriosidad sí puede alimentar la entredicho. WhatsApp no es.
Ella lo. Hacía para complacerlo a él, un señor de 45 abriles. Al principio. Lo disfrutaba abundante porque en cada encuentro estrecho, que buscaba con desconocidos para guardar el amuleto de mi ex, actuaba de mala y eso me generaba poco rico. Él siempre. Buscaba la faceta de masturbarse cuando me escuchaba del otro lado del teléfono. Él me dijo.
