Bella Beata

VISOR DE OBRAS.

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Escucha a las reidoras golondrinas que pueblan mis susurros confesarte mi amor donde gotea la llovizna. El lobo avisa su amor voraz. A mi casona llegas y bebes de mi boca bien servida. Mis dedos te recorren pues se atreven. De golpe todo el cielo. Por las vías de un tren nocturno que a los astros parte, yo voy tras una estrella, si me miras. La rosa en mi costado dio su aroma, su ensangrentado aroma que me viste. Pasaron desde entonces muchas rosas, y vive aquella flor de mí salida, de mi infectada herida, siempre roja y siempre negra y llena ya de hormigas.

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En la noche del corazón la lágrima de tu nombre lento en silencio circula y cae y rompe y desarrolla su agua. Algo quiere su leve daño y su estima infinita y corta, como el paso de un ser perdido de pronto oreja. De pronto, de pronto escuchado y repartido en el corazón con triste insistencia y aumento como un alucinación frío de otoño. Sus copas duras cubren tu alma derramada en la tierra fría con sus pobres chispas azules volando en la voz de la lluvia.

La definición es obvia. Fetichista es una persona, casi siempre hombre, que se siente atraída sexualmente por esta faja de la anatomía humana. Para un fetichista, la simple visión de un pie o de un zapato de tacón desencadena un proceso de sensaciones sexuales agradables y muy estimulantes. Sin embargo, esta explicación no aclara demasiado. El cineasta Luis Buñuel, por antonomasia, sentía veneración por los pies, empero se enervaba cuando le llamaban fetichista. En muchas de sus películas asoma esa pasión por el tobillo, los dedos de los pies, las pantorrillas y los zapatos de tacón alto. En 'La edad de oro', la protagonista chupa el dedo gordo del pie de una estatua romana tratando de aliviar así la pérdida del hombre amado.

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