Bella Beata

¿CÓMO ES EL CEREBRO DE UN ADICTO AL SEXO?

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Eso cuando dijo que dentro del mundo moderno capitalista, las relaciones entre las personas y de las personas con los objetos-mercancías se vuelven fantasmagóricas, amparentando tener una voluntad independiente de estos lo cual significa que las cosas las mercancías asumirían el papel subjetivo que corresponde a las personas. Aunque la teoría económica presuma ser una suerte de física en cuanto a su aparente rigurosidad y exactitud cientificista, no parece ser el caso tampoco que esté exenta de fetichismos. Ahora bien, como suele pasar en estos caso, es la propia realidad la que se encarga de echar por tierra la falsa envuelta en este fetichismo. A todas estas, no hay que ser un economista muy competente para saber que las devaluaciones en economías como las nuestras pueden, ciertamente, mejorar en lo inmediato el resultado de las balanzas comerciales a través de la reducción de las importaciones. Pero este efecto sería efímero y una mera ilusión monetaria, pues el aumento de los costos de los insumos y bienes que obligatoriamente hay que importar actuaría en la dirección contraria. Todo eso sin contar tres factores adicionales: por un lado, que la contracción del consumo generada por el inevitable traslado a los precios relativos internos de la devaluación, implica una caída de las ventas y por tanto de la recaudación, lo cual termina por traducirse en aumento y no una disminución del déficit fiscal. Los gobernantes estaban al tanto de esto, pero no podían hacer mucho pues los capitalistas no estaban dispuestos a seguir sacrificando sus ganancias, al tiempo que los sindicatos no estaban dispuestos a sacrificar sus salarios ni mucho menos seguir cediendo en sus empleos. Como los sindicatos protestaban ante la posibilidad un ajuste de los salarios, decidieron ajustar la relación monetaria y los precios de los productos a la altura de los niveles salariales. Tal y como plantearon el asunto, no eran los niveles salariales los que estaban demasiado altos: era su propia unidad monetaria nacional estaba sobrevalorada en términos de oro y cambio de moneda y tenía que reajustarse.

Busco otros fetiches - 682294

Así es el cliente: qué quiere y qué no

No es lo mismo urofilia que urofagia, aunque la primera puede contener a la segunda. Los urófilos aman la orina, pero sólo los urófagos la ingieren. Es una cuestión estética y divertida. A Roberto, sin embargo, le atraen también los vasos y pueden suponer un atractivo extra para la actividad, hasta el punto de que a veces le apetece orinar en recipientes de cristal. La sustancia, especialmente si es abundante y clara, despierta un interés intrínseco en Roberto, que asegura haberse excitado en ocasiones únicamente de escuchar el precipitado de otra persona a través de la batiente del baño. La primera vez que Patricia, a los veinte años, decidió orinar en el suelo de la habitación de un amigo de confianza que la observaba desde la yacija, se tiró un buen rato en cuclillas. Me pude pasar allí esperando casi media hora, empujando, con el esfínter cerrado a cal y galga.

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