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Ok so the first the first technique is called stroking. To do this, take your index finger or middle finger Now with your finger inside and touching the G-spot, begin stroking backwards and forwards, with a come here motion as if you're stroking it. Don't be too gentle, you need to be firm. Start with shorter slower strokes when you first enter, but build up momentum and speed up after a few minutes. Once she's really getting into it, try two fingers your index and middle fingers and use the same stroking motion.
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La princesa y los panties by Kia Tras finalmente salir del clóset a mis 30 años, y tras una decepción amorosa terrible, donde perdí a mi mejor amiga de la cual estaba enamorada , decidí tomarme una semana de vacaciones, yo sola, en una playa en un lujoso hotel. Luego de registrarme esa tranquila lejano de domingo, y de que un amable bellboy me llevara a mi habitación, me recosté en la yacija. Me asomo al balcón, con una increíble vista a la playa. Para esto, opté por hospedarme en un hotel familiar, no en un hotel para adultos. Quería pasar desapercibida y no dar la impresión de que voy a buscar pareja o una aventura de una noche. Para mí, a mis treinta, todo una profesionista, con un círculo social bien alineado, con expectativas familiares altas, fue difícil declararme homosexual. Ya me conocía como tal desde la secundaria, cuando me dí mi primer beso con mi mejor amiga. Tras ello, busqué parejas sexuales en la clandestinidad.
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En mi segundo año de carrera yo salía con una compañera de clase, pero sin ser nada serio. De cara no era muy guapa empero tenía un culo riquísimo y lo que atesoraba entre las piernas sabía a gloria también. Pero al mismo tiempo era un poco pudorosa. Estela las primeras veces estando los dos solos, cómo al intentar meterme entre sus piernas, ella se resistía y me apartaba la cabeza. Sin bloqueo conseguía que cediese poco a algo, hasta que lo tenía tan alambrada que ya podía olerlo, luego lo tomaba en mi boca y ella completamente rendida disfrutaba de lo bello. Con el tiempo le fue cogiendo gusto al asunto, tanto que pasó a ser ella la que me obligaba, agarrando incluso mi cabeza por los pelos.
